El lema olímpico, “más rápido, más alto, más fuerte”, define una de las cualidades intrínsecas del
hombre: superarse. La Química ha
sido la ciencia que ha permitido
desarrollar
los
materiales capaces de hacer
realidad
las palabras acuñadas por Pierre de Cubertain.
Lo cierto es que prácticamente todos los deportes han
experimentado una considerable evolución, y si hoy los deportistas baten
constantemente sus propias marcas, se debe en gran medida a los equipos basados
en nuevos materiales más flexibles, más ligeros y más fuertes. La
madera, el hierro, el cuero y otros materiales tradicionales
han dejado paso a compuestos químicos
de simple o alta tecnología.
Empezamos por la bicicleta. Para
que ésta sea más ligera se empezaron a sustituir el acero y el aluminio en
beneficio de la fibra para-aramida (que hace el bastidor más ligero y sólido) o
la fibra de carbono que aligeraba ostensiblemente el peso del cuadro. El sillín
está recubierto de un gel hecho de elastómero que lo hace más confortable y
disminuye el dolor gracias a un mejor reparto del peso en la superficie.
En el tenis, el gran cambio se
produjo cuando las raquetas de madera dejaron paso a materiales químicos mucho
más avanzados como fibra de vidrio, fibra de carbono, grafito, kevlar, o
cerámica, que supusieron una auténtica revolución y permitieron que los
tenistas lograran más control, precisión y potencia. Para los cordajes ya se
había recurrido a la química utilizando nylon, multifilamentos o poliéster.
La variedad de pelotas utilizadas
para practicar deporte es infinita en función de las necesidades de cada actividad
física. Las hay grandes o pequeñas, redondas u ovaladas, más lisas o más rugosas,
duras o blandas… y la lista de deportes que se juegan con una u otra es
interminable. La pequeña bola blanca de golf, por ejemplo, posee un núcleo
flexible rodeado de una envoltura dura capaz de resistir el fuerte golpe del
palo de golf. La envoltura está fabricada con una variedad de polietileno, el
mismo material con el que se fabrican, por ejemplo las bolsas de plástico.
Por su parte, las pelotas de
tenis deben ser capaces de resistir el choque cuando vuelan por las pistas a
una velocidad de 200 kilómetros por hora. Para lograrlo, su interior de caucho
está rodeado por una capa de tejido de una fibra sintética.
Únicamente la pelota de ping-pong no ha cambiado
desde 1890. Se fabricaba y se continúa fabricando de celuloide -la misma
materia que entonces se empleaba para fabricar las películas de cine-.
Las del billar fueron primero de
madera y después de marfil hasta que llegó la química y pasaron a ser de una
resina sintética que hace que la bola sea más redonda y ruede con más precisión sobre el tapiz.
¿Quién no recuerda esas míticas fotos de los
balones de cuero? Éste hacía que carecieran de una forma perfectamente
esférica, además que eran
poco
elásticos. Cuando llovía absorbían mucha agua. Hoy se emplean poliuretanos en vez
de cuero como material exterior de los balones, debido a la impermeabilidad al
agua de este material y a su extrema resistencia a la abrasión. En su interior se
halla una bolsa que puede ser también de poliuretano o de caucho butilo. Otra
de las ventajas de este material sintético es que permite retener el aire hasta
diez veces más tiempo que las sustancias naturales.
Las botas de fútbol están llenas
de química para proteger el pie del futbolista. Así, se sustituyen materiales tradicionales
por materiales químicos con mejores prestaciones como el policloruro de vinilo,
poliuretanos termoplásticos, caucho butilo, o poliéster. Para la máxima
protección de las costuras se dispone de suelas de una sola pieza hechas de
espuma, las cuales poseen excelentes propiedades de absorción del impacto,
habiéndose extendido también la utilización del copolímero etileno-vinilacetato
espumado. El uso de estos y otros materiales de origen sintético ofrecen una gran
resistencia al choque, proporcionan comodidad, y aseguran una distribución
óptima de la presión del pie.
La química también forma parte de
la ropa deportiva. Nylon, lycra, poliéster y diversas fibras sintéticas se
incorporan a la fabricación de camisetas para absorber mejor la transpiración, permitir
una mejor circulación del aire, optimizar la temperatura corporal y hacerlas
más ligeras.
Cúpulas, estructuras de las
gradas, cubiertas que se alzan sobre el público, pavimentos que absorben los
impactos, paneles flotantes sobre las piscinas, barreras para la protección de
los greens de golf y un largo etc. Las materias sintéticas y más concretamente
las plásticas, por su versatilidad, ligereza y durabilidad entre otras muchas propiedades,
constituyen actualmente un material fundamental en la construcción de este tipo
de instalaciones con capacidad para albergar a miles de personas.
El PVC, por ejemplo, se
suele instalar en colegios y pabellones ya que este material tiene una gran
capacidad para absorber los impactos.
Surf,
bodyboard, windsurf, kitesurf, y otras modalidades, son deportes en los que
casi la totalidad del material utilizado es de origen sintético. Así, las
tablas se fabrican con una espuma dura, revestida de una cubierta termoplástica
de polietileno o de resina acrilonitrilo-butadieno-estireno (ABS). La resina epoxi
y la fibra de carbono son los materiales más comúnmente utilizados para los
mástiles, que deben ser flexibles y soportar cargas muy importantes. La vela, por su parte, está fabricada de
un tejido sólido, ligero y elástico que habitualmente suele ser poliéster. Y los
practicantes de estos deportes utilizan habitualmente un traje de neopreno, un caucho
de síntesis, sólido y extensible, recubierto de poliamida, gracias al cual se mantienen
las temperaturas corporales.
Cuerpo sano
Algunas prácticas como
la adición de cloro al agua de las piscinas para desinfectarlas están tan asumidas por todo el mundo que
pasan inadvertidas, pero lo cierto es que esta esterilización evita numerosas enfermedades.
Las
lesiones leves que sufren los deportistas (golpes, contracturas, esguinces,
etc.) pueden aliviarse con ayuda de unas «bolsas de frío». Al golpear la bolsa,
el hidrato de amonio que contiene se disuelve en el agua, produciendo un
enfriamiento brusco de la disolución.
Y, también,¿quién no conoce el “spray milagroso” del masajista?
Éste consiste ni más ni menos que en aspirina disuelta en un disolvente llamado
dimetilsulfóxido (DMSO) que provoca un enfriamiento brutal del músculo y aporta
así un alivio provisional.
En otros casos se necesita calor para aliviar
los dolores musculares. Las «bolsas de calor» contienen cloruro de calcio
anhidro, que, al disolverse en agua, actúa de manera contraria desprendiendo
calor.
Y, cuando se entra en el quirófano la química entra en
juego en las prótesis o para reforzar los meniscos demasiado gastados.
Nuestro cuerpo también es
química
El cuerpo humano es también una
fascinante fábrica química donde constantemente tiene lugar una compleja mezcla
de reacciones químicas. Esto es aún más evidente cuando se hace deporte. No hay
más que pensar en la intensa sensación de fatiga que se tiene en las piernas
tras una larga carrera, cuya causa suele ser una acumulación de ácido láctico
en los tejidos musculares. Otra forma de fatiga se debe al agotamiento de las
reservas de glucógeno en los músculos. Esta sensación resulta en gran parte de
la actividad química de nuestro cuerpo y es muy bueno que la sintamos ya que de
lo contrario seguiríamos realizando esfuerzos hasta morir de agotamiento. Por
ello, el arte y el misterio del deporte consisten precisamente en entrenar el
cuerpo de cada uno para hacer retroceder los límites de la fatiga.
El dopaje
Se
puede hacer un mal uso de todo incluso de la química y, en este caso, el dopaje
ilustra muy bien el problema. El dopaje se define como el
uso abusivo o ilegal de sustancias y medicamentos (como los anabolizantes, esteroides,
anfetaminas, EPO y otros productos del mismo género) absorbidos con la
intención de mejorar el rendimiento del deportista y, como consecuencia, los resultados
atléticos. Hay distintos tipos: tratamiento con fármacos, administración en
sangre de glóbulos rojos para aumentar la transferencia de oxígeno y uso de
técnicas de ingeniería genética.
Hoy, los avances de la química analítica permiten que
cada día se pueda ejercer un mayor control y seguimiento de las sustancias
dopantes.
Espero que esta pincelada de
química en el deporte haya servido para darnos cuenta que esta ciencia no es la
ciencia mala de la que muchas personas hablan, sino que nos ayuda en muchos
aspectos de la vida. Y, en lo que nos viene al caso, en el deporte.
Parafraseando a Marie Curie
(Premio Nobel de Química), “el camino del progreso no es ni rápido ni fácil”,
sin esta disciplina científica, seguramente la superación y avance en el
deporte sería casi imposible.
Agradecer a mi amiga Natàlia el tiempo dedicado para realizar este artículo tan interesante sobre la evolución del deporte a través de la química.